ANECDOTARIO

Hoy he tenido una reunión con uno de los jefecillos, que se creen divos, de la nueva hornada. Yo llevaba una consigna: "limar asperezas", ya que otro divo parece que se ha enemistado con él.

Estando con él no dejaba de preguntarme qué coño hacíamos mi segunda y yo allí, parece que este chavalito no sabe que tenemos dos orejas (pa escuchar) y una solo boca (para hablar cuando tengamos algo que decir).

Me contaba que está cosechando muchos enemigos, que nadie entiende las líneas que está marcando, ni siquiera los suyos; pero, eso sí, está totalmente convencido (aunque solo él) que ha iniciado el camino correcto, que el tiempo le dará la razón. Tiene un proyecto y seguro que lo conseguirá. Aunque algunos jauleros no lo entiendan, a mi me gusta, me gusta porque cree en él, me gusta porque está convencido, puede que equivocado, pero eso nos lo dirá el tiempo. ¿Qué comparto con él?, el reto, ¿qué espero?, que no se equivoque y que tenga claro que el meter la pata no es lo malo, lo malo es cometer un error y tratar de justificarlo.

Y sigo con mis anécdotas: de camino me encuentro a otra jefecilla (de las nuevas, por supuesto) a la que hace unos días se rumorea, se comenta que han defenestrado. Pues nada, le pregunto ¿qué tal?, y ella: Teresa, encantada, imagina que me he venido de número 2 de mi jefe, ¿cómo voy a estar?, estupenda.

Para finalizar la jornada, me tomo una cerveza con un antiguo proveedor mío, que acaba de tener una reunión con una pareja de nuevos jefes de Cajasol, y ¡sorpresa!, le interrogan sobre todo aquello que no se sabe bien por qué no nos preguntan a los que antes estábamos allí.

Lo mejor: ver a los jauleros caminando hacía el éxito del trabajo iturriaño.