domingo, 12 de octubre de 2008

El otro día recibí un correo electrónico de Recursos Humanos. ¡Vade retro! Estos son como Hacienda -me dije-, que rara vez te escriben para algo bueno. Vamos allá, a ver qué pasa… ¡Bueno, bueno! Hay que ver qué mal pensado he sido. Un mensaje de felicitación por mis 25 años de servicio. Me advertían, eso sí, que si deseaba cobrar la gratificación correspondiente debería comunicarlo expresamente por aquel mismo medio. En serio, esto es lo que decía el correo.

Me quedé perplejo. Nunca había pensado que se me permitiera renunciar a tan ansiado premio. Claro, por eso no me lo había planteado, pero ahora… ahora se abrían nuevas posibilidades ante mí, todo un abanico de oportunidades que debía examinar detenidamente antes de dar una respuesta precipitada. Qué nervios.

Mi primera opción fue donar el importe a San Carlos Borromeo, patrón de la banca e iniciador de este noble negocio hoy tan denostado. Pero los santos no cosechan ya la misma devoción de antaño, y quién te dice a ti que con lo falto de cariño -y de fondos- que debe andar San Carlos, al verse con posibles no le da por fundar un nuevo banco y toma, competencia al canto. Para eso está el patio. Además ¿qué significa Borromeo? Siempre me lo he preguntado; me da que lo de "Borro" tiene un pase -¿protección de datos, secreto bancario?-, pero a lo de "meo" no le veo defensa. Que no, que otra vez será.

Se me ocurrió después que otro buen destino de mi premio era colaborar a la erección -¿se dice así?- de un "Monumento al Jefe Desconocido". Ese jefe que todos tenemos, y al que seguramente no le hayamos reconocido sus desvelos y su entrega, sin la que cualquiera de nosotros estaría perdido, deambulando de aquí para allá por un organigrama innominado. Pero mira por dónde, he comenzado por hacer un sondeo entre los compañeros, y he recibido cortes de manga, irreproducibles propuestas obscenas... y una sincera cara de preocupación en la Unidad de Salud Laboral al tiempo que me entregaban el nombre de un par de psiquiatras de toda confianza. O sea que tampoco.

Un momento ¿Qué ruido es éste? ¿y éste? ¿y este otro? Ah, son mensajitos en el móvil. A ver… lo que me temía. Soldirecto me avisa de que me han cargado el colegio del niño, la contribución de la casa, el seguro del coche ¡Riiiinggg! Cajasol, dígame… sí soy yo… sí, me acuerdo, el ortodoncista, diga, diga… ¿cuánto? ¿cada mes? Yo creí que era en total... Joé con los dientes del niño… no, nada, nada, ea, pues ya pasaré. Adios, adiós.

Pues va a ser que sí. Que voy a tener que claudicar y admitir –de mala gana- el abono en la nómina de la gratificación por 25 años de servicio. Qué le vamos a hacer. Estimada compañera, por la presente te solicito el abono de la gratificación bla bla bla…

Nota: Estoy convencido de que los compañeros de RRHH tienen un buen motivo para enviar el correo en cuestión preguntando si deseo cobrar la gratificación, pero apelo a su sentido del humor para que reconozcan que la primera impresión al leerlo es de absoluta perplejidad

4 comentarios:

Montes dijo...

Con la que está cayendo y tu pensándote el cobro. No si es que para ser jaulero tenemos que ser generosos....... o no.

cleverdyc dijo...

Mu bueno Carlos. A ver si le damos vidilla al blog, con la de cosas que hay que contar...

layé dijo...
Este comentario ha sido eliminado por el autor.
layé dijo...

Pues enhorabuena Carlitos, sí que eres tú viejo... me acordaré de tí cuando algún día nos felicite RRHH por 25 años de servicio y como mucho nos de las gracias por ello, recordando que antiguamente, cuando la cosa iba mejor daban algunos dinerillos... en fin, si estamos vivos, si estamos vivos...
besos a todos